Según un estudio elaborado por el Departamento de Biología Vegetal (Botánica) de la Universidad de la Laguna de Tenerife, los bosques de las islas de Tenerife y Gran Canaria tienden a desplazarse a zonas más altas. Buscan un clima más frío. El estudio ha sido dirigido por Marcelino del Arco y Víctor González, dentro del proyecto ClimaImpacto cofinanciado por la Comisión Europea.
El estudio tiene como objetivo analizar la distribución de los bosques en Tenerife y Gran Canaria y detectar las zonas más vulnerables y las más resistentes al cambio climático.
Es uno de los efectos del calentamiento global. Los árboles, al igual que los animales, buscan zonas más propicias para su supervivencia. Sólo que lo hacen muy despacio.
El citado estudio ha analizado las consecuencias en cuatro hipotéticos escenarios, en los que la temperatura media de cada isla aumentaría 1, 2, 3 y 4 ºC y las precipitaciones se reducirían en un 5, 10, 15 o 20%, respectiva y simultáneamente. Los bosques tienen muchas funciones en la naturaleza. Una de ellas, con una importancia cada vez mayor, es la de servir de sumidero de carbono. Un bosque es capaz de reducir en un 11% el impacto producido por las emisiones de dióxido de carbono (CO2).
En el caso de las dos regiones canarias estudiadas, se producen otros fenómenos, como que la vegetación de zonas secas se expande y la de las zonas húmedas se contrae. Un lento proceso de desertificación.
Límite natural
Sin embargo, esta situación general, tiene dos excepciones: los bosques de las Cumbres de Anaga, donde reside una de las poblaciones de laurisilva de Tenerife mejor conservada, y los bosques de Pinar de Agua en Gran Canaria, un hábitat donde vive el pinzón azul.
El estudio indica, por tanto, que, si el calentamiento continúa, como así será, afectará a las cumbres. Esto significa que los árboles llegarán a un límite a partir del cual no podrán seguir desplazándose. Así, el ecosistema entero cambiará y proliferarán especies más resistentes al calor y a la falta de humedad.
El calentamiento global se acelera a un ritmo al que algunas especies no podrán adaptarse. A medio plazo, por tanto, serán necesarias medidas de gestión de bosques que ayuden a los ecosistemas a sobrevivir.