Un testigo excepcional del cambio climático


Simon Yates es un alpinista inglés del que se ha hablado en un libro titulado Touching the Void (Tocando el vacío) y en una película del mismo nombre que narra el ascenso que realizó en 1985 junto a otro alpinista, Simpson, por la cara oeste del Siula Grande, en la Cordillera de Huayhuash, en los Andes peruanos. En esta aventura, Yates tuvo que cortar la cuerda que le unía a su compañero, arrojándolo al vacío, para salvar su vida. Con todo, Simpson sobrevivió. A Yates se le conoce como «el hombre que cortó la cuerda».

A pesar de la traumática experiencia, Simon Yates ha seguido subiendo montañas. Lo lleva haciendo desde los catorce años y seguramente nunca deje de hacerlo. Ha escalado las cordilleras más altas y escarpadas del mundo, en India, Pakistán, Nepal, Asia Central, América del Norte, Groenlandia y, por supuesto, Sudamérica, en países como Perú, Argentina o Chile.

El famoso alpinista, entre viaje y viaje, descansa en el Distrito de los Lagos, en su país, Inglaterra. Yates comenta que allí no es posible percatarse del cambio climático durante los veinte años que lleva viviendo. Pero no sucede lo mismo en muchos de los lugares que ha visitado.

El pasado año, por ejemplo, recorrió la cordillera Tien Shan, en Kazajistán, y llegó hasta el glaciar Inylchek norte, un enorme glaciar que no visitaba desde el año 1998. Yates descubrió, en 2010, que ya no había nieve, ni siquiera en las montañas que lo circundaban. El aspecto era tan distinto que parecía otro lugar. En el campamento base ocurrió otro extraño fenómeno: comenzó a llover. En aquel lugar, nunca llovía porque el frío hacía que la precipitación cayera en forma de nieve.

No ha sido el único viaje en el que Yates ha podido comprobar el cambio climático. En Pakistán, en 2007, alcanzó el glaciar Baltoro (en la imagen), un largo glaciar que lleva hasta el K2, el segundo pico más alto del mundo, tras el Everest. Este glaciar tiene varios kilómetros de ancho y unos cien kilómetros de largo. Pero a simple vista se podía comprobar que el glaciar se había reducido durante los quince años que Yates no lo visitaba. Así mismo, la capa de nieve de las montañas de los alrededores era más fina.

En Tierra del Fuego también ha notado cambios significativos, un lugar donde habitualmente no paraba de llover y, en la actualidad, en tres semanas que pasó allí, sólo vio llover dos días. Además, la temperatura llegó hasta los 25 grados centígrados. En sus anteriores visitas, Yates nunca había visto que los termómetros pasaran de los 15 grados.

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