Los glaciares situados en la cordillera de los Andes en Perú necesitan un sistema de control permanente para analizar el retroceso de los glaciares debido al calentamiento global y sus consecuencias, han advertido especialistas de la Unesco. En la actualidad, no hay un sistema de monitoreo adecuado que pueda medir la tendencia del retroceso de los glaciares y, más importante aún, sus consecuencias.
La Unesco quiere trabajar en Perú con científicos de la región para identificar y entender el proceso de retroceso de los glaciares. Según los expertos, el sistema de monitoreo debe incluir a científicos, equipos de alta tecnología y expertos en hidrología para determinar el deshielo de los glaciares, la disminución del agua en los ríos abastecidos por los picos nevados y las zonas que serán afectadas.
Según la Unidad de Glaciología de Perú, los glaciares de la Cordillera Blanca (norte), la cadena tropical más alta del mundo, han retrocedido un 30% en los últimos cuarenta años debido al calentamiento global. De los 720 kilómetros cuadrados que había en 1970, quedan, en la actualidad, 510.
Ese retroceso tendrá consecuencias para los ecosistemas de la zona y es obligación de la comunidad científica y de los gobiernos saber cuáles serán esas consecuencias.
Cada año hay menos hielo y menos nieve en las montañas y, por tanto, hay una descarga menor del líquido en los cuencas, aunque la población aún no se percata del problema. A pesar de los adelantos tecnológicos, se desconoce cómo repercutirá el retroceso de los glaciares en la disponibilidad del agua. El bienestar de la poblaciones en la parte baja de las cuencas dependen de esas aguas para sobrevivir.
Un ejemplo paradigmático es el nevado de Pastoruri (en la imagen), de 5.200 metros de altura, una de las joyas turísticas del Parque Nacional de Huascarán, región de Ancash (norte), que se encuentra en riesgo de desaparecer. Ha disminuido un 30% entre 1995 y 2005.