Ya lo hizo en su reciente investidura, la segunda como presidente, y mañana lo volverá a hacer en el debate sobre el Estado de la Unión, un repaso a la situación de Estados Unidos y una llamada de atención sobre los retos que se plantean en el país durante los próximos años.
El presidente de Estados Unidos, Barack Obama, se ha dado cuenta de que es un asunto que no puede obviar. Es más: está intentando convencer a sus compatriotas, incluso a sus rivales políticos, de que tienen que aunar sus fuerzas y sus esfuerzos para combatir el calentamiento global.
El discurso del Estado de la Unión es seguido por buena parte de la población de Estados Unidos, por todos los medios de comunicación y será comentado por periodistas de todo el mundo. Los temas que se tratan pueden marcar la agenda política de los próximos años. Y Obama no va a dejar pasar esta oportunidad. El presidente de Estados Unidos tiene un compromiso: frenar el cambio climático.
Por supuesto, hablará de muchos otros temas, como la recuperación económica, la reforma migratoria y, quizá el más polémico, el control de las armas. Pero la importancia radica en que los políticos estadounidenses no suelen considerar el cambio climático como un tema de máximo interés.
Un líder diferente
Obama demuestra así que es un líder diferente (diferente, al menos, respecto a otros políticos de su país), que se atreve a mencionar el calentamiento global y a impulsar políticas limpias y de apoyo a las renovables.
Algunos analistas ya han comentado que sus máximas prioridades en este segundo mandato serán el cambio climático y la economía. Si unimos los dos conceptos, se resumen en uno: economía sostenible. Quizá, por primera vez en su historia, Estados Unidos se comprometa reducir los niveles de emisión de gases de efecto invernadero (GEI).