El cambio climático está más que probado, así como sus causas antropogénicas. La ciencia lleva mucho tiempo advirtiendo al mundo la necesidad de tomar cartas en el asunto, básicamente reduciendo emisiones de gases de efecto invernadero.
Sin embargo, los escépticos siguen estando ahí. Son menos, y su fuerza también ha menguado, pero la naturaleza abstracta del fenómeno y sus efectos más nefastos a medio y largo plazo no ayudan a concienciar a la población, lógicamente.
Un
En su constante afán por educar a la población al respecto, una tarea en la que todavía quede mucho camino por andar, la ciencia no deja pasar la menor oportunidad para pedir la colaboración ciudadana y, sobre todo, de los líderes mundiales y responsables políticos en general.
No en vano, la manera de detenerlo pasa por evolucionar hacia una sociedad baja en carbono, y ello implica una serie de cambios revolucionarios. Cambiar las cosas, por otra parte, requiere vencer resistencias e intereses creados en torno a la dependencia de los combustibles fósiles.
Dentro de esa importante tarea de informar y formar, la ciencia nos pone sobre la mesa una serie de datos relativos a distintos factores vinculados a la evolución del cambio climático. Son cada vez más elocuentes, año tras año demuestran que el cambio climático no se anda con tonterías, va a más y amenaza con llevarnos a un punto de no retorno que pondría en jaque la supervivencia de la especie humana.
Los últimos informes de la Agencia Nacional de Océanos y Atmósfera (NOAA) de Estados Unidos y de la Organización Meteorológica Mundial (OMM), dos referencias a nivel mundial en el estudio del cambio climático, acaban de publicarse y apuntan en el mismo sentido.
Ambos dejan bien a las claras que el calentamiento global supone una amenaza creciente y solo una actuación urgente podría detenerlo o, al menos, retrasar sus efectos. Mientras la NOAA concluye que durante el 2015 se produjo la mayor concentración de gases de efecto invernadero, se registraron más eventos extremos y ha sido el año más caluroso de la historia (en océanos y superficie terrestre), la OMM también afirma que el 2016 va camino de superar al anterior.