Las medidas que se adoptan para evitar la contaminación no siempre son del todo efectivas. Investigadores marinos apuntan a que los sistemas que emplean los grandes buques, ya sean cruceros o cargueros, para reducir las emisiones a la atmósfera no son tan beneficiosos desde el punto de vista medioambiental porque lanzan residuos al mar. Pero, ¿qué sucede exactamente? ¿Por qué se produce este efecto?
El problema
El origen de esta situación se remonta ya a hace más de dos décadas, momento en el que la Organización Marítima Internacional (OMI) decidió implantar filtros antipolución en las chimeneas de los grandes buques para reducir las emisiones contaminantes que salen de ellas.
Estos filtros, conocidos como scrubber, han permitido lograr una reducción de emisiones de los gases y partículas contaminantes a la atmósfera. Sin embargo, no se ha podido evitar otro impacto, ya que estas sustancias quedan retenidas en el propio barco en unos depósitos que se han previsto para ello, pero que acaban lanzándose al mar.
El problema no es de pequeñas dimensiones, puesto que se calcula que, a partir de 2020, más de 4.300 barcos de todo el planeta tendrán instalados estos filtros. Una cifra que es considerablemente superior en relación a los 732 que los incorporaban en el año 2018.
Sustancias
Según los datos del Consejo Internacional de Transporte Limpio (ICCT) sobre residuos descargados, alrededor de 10 gigatoneladas de agua sucia de filtros se descarga en los océanos anualmente. Esto supone menos que el peso total de toda la carga transportada por barcos en un año.
Además, cerca del 80% de las descargas de aguas de filtros se producen dentro de las 200 millas náuticas de la costa y en puntos críticos globales en las principales rutas de navegación.
Y el problema no queda aquí porque las toxinas no desaparecen con su lanzamiento al mar. No hay que olvidar que son ácidas y tienen metales pesados que se acumulan en las cadenas de alimentación marinas.
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