Árboles al límite de su resistencia debido a la sequía


Los árboles están estresados. No tienen tanta agua a su disposición como antes. Los árboles tienen sed. Tanto los de regiones secas y áridas como los que crecen en los trópicos. Así lo confirma un estudio elaborado por el Centro de Investigación Ecológica y Aplicaciones Forestales, la Universidad Autónoma de Barcelona, la Universidad de Western Sydney (Australia) y la Universidad de Ulm en Alemania.

Los árboles están al límite. El cambio climático provoca que la mayoría de ellos utilice su sistema vascular cerca de su umbral de seguridad. Esto significa que, si se sobreviene un periodo de sequía, no tienen reservas de agua para aguantar por mucho tiempo. Viven al día, podríamos decir. Una alteración extrema en la cantidad de agua de la que disponen puede significar su desaparición.

Del mismo modo que el estrés (psicológico, en este caso), en los seres humanos puede desembocar en un infarto, en los árboles puede producir embolias en su sistema circulatorio. Los árboles recogen agua (y sales minerales) desde su raíz y, a través de ese sistema, la llevan al resto de la planta, al tronco y a las hojas. El agua es la sangre de las plantas.

Durante los periodos de sequía, las plantas deben mantener en funcionamiento estas «arterias» de su sistema vascular. Sin el agua, una planta no puede absorber dióxido de carbono para realizar la fotosíntesis. En otras palabras, no puede alimentarse y mantener su funcionamiento metabólico.

Algunos árboles serán capaces de adaptarse

Ese sistema de transporte de agua, esos finos tubos que canalizan el agua, durante una sequía se pueden romper, lo que provoca una embolia gaseosa. Si el suelo se seca, el agua que se encuentra en el interior de los conductos está bajo una gran tensión. Puede llegar un punto en el que se rompa el hilo continuo de agua que hay en su interior (algo similar a una embolia humana, una burbuja de aire en la sangre, que puede provocar un infarto y la muerte), que puede llegar a bloquear el sistema circulatorio. El estrés por sequía puede aumentar hasta un punto en el que la planta no es capaz de transportar agua hasta las hojas y, por tanto, se deseca y muere.

Los científicos no saben aún qué bosques pueden verse más afectados por un aumento en las condiciones de sequía. Por ello, están creando una base de datos global que incluya todas las medidas existentes de resistencia a las embolias de especies forestales.

Precisamente las especies que viven en zonas húmedas no aguantan de la misma forma el estrés hídrico en relación con las especies de zonas áridas, ya que éstas están más acostumbradas y, por tanto, se han adaptado al clima extremo. Pero, con todo, se ha comprobado que la mayoría de los árboles están funcionando muy cerca de su umbral de seguridad hidráulica. En concreto, un 70% de las 226 especies forestales estudiadas funcionan con unos márgenes de seguridad hidráulica estrechos ante unos niveles potencialmente letales de sequía. Un 70% de los bosques no aguantarían un largo periodo de sequía extrema.

La importancia del estudio radica en que demuestra por qué todos los bosques se están deteriorando, no sólo los que crecen en las regiones áridas, sino también los de los bosques húmedos.

Por otra parte, se sabe que los bosques pueden responder al cambio climático de varias maneras. Por ejemplo, algunas especies pueden evolucionar lo suficientemente rápido como para mantener el ritmo que supone la evolución del clima. Otras migrarán a nuevos lugares donde haya mejores condiciones para sobrevivir. El estudio ayudará a predecir qué especies y qué lugares serán más propensos a sufrir los efectos de las sequías y, por tanto, podrían tener un mayor riesgo de desaparecer a medio plazo.

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *