La capa de ozono es una capa situada en la estratosfera terrestre que contiene un porcentaje relativamente alto de este gas. Se encuentra en un rango de altura aproximada entre los 15 kilómetros y los 40 kilómetros de altitud. Esta capa es esencial para la vida en la tierra porque absorbe entre el 97% y el 99% de la radiación ultravioleta, causa del cáncer de piel y otras enfermedades dérmicas, así como de arrugas y manchas.
Algunos gases producidos por la actividad humana dañan la capa de ozono. Los científicos descubrieron hace años que, en la Antártida, se estaba formando un agujero en la capa de ozono. Es decir, que estaba desapareciendo esa capa. Desde entonces se intenta, en mayor o menor medida, combatir las causas que propician el crecimiento del agujero. Y parece que se están consiguiendo resultados positivos, pues se ha reducido a su menor tamaño de los últimos cinco años. Al menos, eso es lo que asegura el Instituto Nacional del Agua e Investigación Atmosférica de Nueva Zelanda.
Según los científicos de esta institución neozelandesa, el tamaño del agujero es en la actualidad de 22 millones de kilómetros cuadrados, mientras que en 2009 era de 24 millones y, en 2000, de 29 millones, momento en el que el agujero fue mayor. Otro indicador también invita al optimismo: el déficit de la masa de ozono se ha reducido a 27 millones de toneladas desde las 35 millones de 2009 y las 43 de 2000.
Stephen Wood, uno de los responsables del citado organismo señaló que estos datos demuestran el éxito de las iniciativas internacionales que se acordaron en el llamado Protocolo de Montreal de 1987, principalmente por la prohibición de usar productos químicos que dañaban a la capa de ozono como el cloroflurocarbono. Es una lenta recuperación, pero recuperación al fin y al cabo. Una buena noticia, en definitiva. El agujero en la capa de ozono se forma cada año en la Antártida entre agosto y septiembre y se vuelve a cerrar entre noviembre y diciembre.
Los políticos deberían prestar atención al dato, ya que demuestra que las previsiones y recomendaciones científicas finalmente traen beneficios para todos. Si se comenzaran a tomar en serio sus recomendaciones sobre el cambio climático, quizá aún estemos a tiempo de evitarlo.