El pastoreo móvil es parte de la solución a la sequía en el Cuerno de África, según han señalado los responsables de la Iniciativa Mundial por un Pastoreo Sostenible (IMPS) de la UICN (Unión Internacional por la Conservación de la Naturaleza). La crisis que se está produciendo en países como Somalia y Etiopía, causada por una terrible y duradera sequía, fue predicha. No debería ser una sorpresa para nadie, por tanto. A no ser que se mire hacia otro lado para no ver los problemas de cierta parte del mundo.
Algunos responsables políticos han propuesto como solución que se desarrolle la agrucultura de regadío y que se abandone el pastoreo como solución para prevenir crisis similares en el futuro. Sin embargo, los análisis sobre este problema a menudo obvian factores ecológicos, económicos y sociales que hacen que el pastoreo pueda aportar algo a un modo de vida sostenible en las tierras áridas.
Medios de comunicación y expertos en economía acusan al pastoreo de ser un modo de vida sujeto periódicamente a crisis como la actual. Se proponen los regadíos como solución, pero este tipo de cultivos necesitan más agua (¡precisamente en regiones donde escasea este recurso básico!) y, entre otras consecuencias, pueden llevar a situaciones de conflictos, ya sean bélicos o de otro tipo.
Por su parte, el pastoreo trashumante hace un uso de la tierra mucho más racional, ya que permite la explotación de recursos dispersos en las zonas áridas, además de ser una herramienta esencial para la adaptación al cambio climático.
Asegurar a las comunidades de pastores la tenencia de la tierra es necesario para conservar los recursos, de manera que se puedan superar las sequías y se puedan recaudar insumos de capital para el desarrollo. Las estrategias a largo plazo deben permitir a los pastores moverse con su ganado a través de fronteras artificiales, algo que ha sido clave durante otras crisis alimentarias. Aunque la presente crisis fue predicha hace casi un año, no se ha tomó ninguna acción importante y efectiva, lo que demuestra que las hambrunas están más relacionadas con la inestabilidad política que con la cantidad de lluvia que cae sobre una región.
Las políticas económicas y ambientales en tierras áridas deben ser, pues, reorientadas, teniendo en cuenta tanto las condiciones ecológicas como las capacidades locales. Las inversiones deben incluir infraestructuras para exportar productos pastoriles, poder acceder a una educación adaptada de alta calidad y una formación suficiente para asegurar los derechos de las comunidades locales sobre la tierra, adaptando, a ser posible, la gestión tradicional a los marcos legales modernos.