Muchos ciudadanos estadounidenses no creen que deban preocuparse por el cambio climático. Creen que es un fenómeno que no les va a afectar, cuando no lo niegan directamente o lo tachan de invento de demócratas e izquierdistas. Ay, pero el cambio climático no es idiológico ni político. Es físico, es real. Y afectará también a los escépticos.
El cambio climático, no sólo desencadena fenómenos climáticos extremos, sino que también traerá nuevos problemas de salud. En todo el planeta, también en Estados Unidos. El problema viene en la respuesta de las administraciones. Según se desprende de un reciente estudio aparecido en el país norteamericano, los funcionarios de la salud pública cumplen un papel muy limitado en las decisiones sobre cómo actuar ante los cambios ambientales que va a producir el cambio climático. En otras palabras, Estados Unidos no se está preparando lo suficiente para el fenómeno climático global.
El estudio ha sido elaborado por una asociación por la defensa de la sanidad con sede en Washington llamada Trust for America’s Health. Dicho estudio pronostica que las temperaturas más cálidas implicarán la aparición de más enfermedades infecciosas. Del mismo modo, los cambios en las lluvias probablemente traerán nuevas enfermedades y desafíos de seguridad sanitaria, ya sea a través de inundaciones, tormentas, sequías o incendios forestales. Los desastres naturales conllevan problemas de salud pública.
Además, las modificaciones en las condiciones ambientales van a afectar al rendimiento de los cultivos e, incluso, pueden amenazar a las comunidades rurales con inseguridad alimentaria. No hablamos de Somalia. Hablamos de Estados Unidos.
A pesar de todos estos avisos y estudios, sólo cinco estados del país (California, Maryland, New Hampshire, Virginia y Washington) tienen planes para afrontar las consecuencia sanitarias del cambio climático. Otro veintiocho tienen programas, pero sin contenidos para la salud pública y los diecisiete restantes no cuentan con estrategias para afrontar el fenómeno global.
Por último, el informe revela que los funcionarios de salud pública no desempeñan un papel central en las políticas y acciones climáticas federales, incluida la agenda de investigación del Gobierno estadounidense sobre cambio climático.