Llega el verano, llega el calor y llegan los incendios forestales. En el que se prevé que sea uno de los veranos más calurosos de la historia, los incendios pueden ser devastadores. En Galicia, el pasado fin de semana, había cinco incendios activos simultáneamente. Y la temporada acaba de empezar. Árboles y arbustos quemados, algunos animales muertos y otros que se quedan sin un hábitat en buenas condiciones para vivir.
En todo el fin de semana se registraron en la comunidad autónoma de Galicia más de doscientos incendios, según informó el consejero de Medio Rural de la Xunta de Galicia, Samuel Juárez. De ellos, cinco han sido difíciles de controlar: los fuegos localizados en los municipios de Boiro, Pontedeume (A Coruña), A Cañiza (Pontevedra) y Ribeira de Piquín (Lugo).
El primero de ellos quemó más de doscientas hectáreas y ha sido el más devastador. Mientras, el de Pontedeume afectó a unas veinte hectáreas, el de A Cañiza unas cincuenta hectáreas y el de Ribeira de Piquín ha quemado unas cuarenta hectáreas. Según el consejero de Medio Rural, la mayoría de los incendios han sido provocados por incendiarios, a los que ha llamado delincuentes, especialmente cuando se vive una de las épocas con una climatología más dura.
Algunos incendios han tenido otras causas. En Orense se produjo un incendio a causa de las chispas que se producen por el paso del ferrocarril, mientras que dos focos en O Courel (Lugo) se debieron a tormentas secas.
Cuando aún corre el mes de junio, la Xunta aún no cuenta con todos los medios con los que combate los incendios en la época de máximo riesgo. Otros años, el peligro comienza a partir de julio. Comienza a haber sospechas de que los fuegos son intencionados para que se contraten a más efectivos para luchar en la campaña contra incendios. El domingo, no hubo más remedio que pedir ayuda al Ministerio de Medio Ambiente y Medio Rural y Marino (MARM) y a la UME (Unidad Militar de Emergencias), que ha trasladado casi cuatrocientos efectivos a la zona, además de diferentes vehículos.