Algunos datos, ciertamente, sorprenden. Parece increíble que una exposición de pintura emita más carbono que los grandes conciertos de un famoso grupo de rock, pero así es. Se ha medido la huella de carbono de una exposición, en este caso en el Museo Thyssen-Bornemisza de Madrid mientras duró la exposición dedicada a la obra del pintor Edward Hopper, en total, 96 días de exposición que contaminaron tanto como cinco conciertos de U2 o tres partidos del Mundial de Fútbol celebrado de Sudáfrica.
Entre junio y septiembre de 2012, el citado museo reunió algunas de las más importantes obras del pintor norteamericano, célebre por saber captar la vida estadounidense, la soledad en las ciudades. La exposición fue un éxito de público, como se suele decir.
Un éxito para el arte, para la vida cultural de la ciudad de Madrid, pero nada beneficiosa para el cambio climático. Ernst & Young aprovechó para realizar un estudio de medición de la huella de carbono, la primera vez que se hace de una exposición de pintura en España.
El estudio señala que las emisiones de gases de efecto invernadero (GEI) asociadas a la planificación, desarrollo y ejecución de la muestra, que tuvo una duración de 96 días y recibió más de 320.400 visitantes, fueron de 3.575 toneladas de dióxido de carbono (CO2). Es una cantidad de emisiones similar a la que generarían cinco conciertos del World Tour 360º de U2 o tres partidos del Mundial de Sudáfrica de 2010.
Traslado de visitantes y de obras
El 91% de las emisiones procedió del traslado de los visitantes al museo para ver la exposición. El 30% lo hizo a pie, el 27% en coche, el 23% en metro y el 15% en autobus. Además, como el Thyssen está situado en el centro de la capital de España y bien comunicado por transporte público, el impacto ambiental, en este aspecto, no fue muy alto. Podría haber sido mucho peor.
El estudio fue presentado durante la jornada responsabilidad sociocultural de la empresa. Tras los visitantes, el otro factor que más contribuyó a aumentar la huella de carbono fue el transporte de las obras de arte, que supuso la emisión de 188 toneladas de CO2, el 5% del total de la huella de carbono. El consumo eléctrico representó el 1% del impacto.
Este cálculo servirá como referencia para futuros estudios, tanto del propio Museo Thyssen como otros museos, galerías de arte y salas de exposiciones. Servirá para mejorar la eficiencia energética de las instalaciones y ayudará a planificar mejores itinerarios en el transporte de carga y viajes y a tomar medidas sobre la gestión de residuos.
El Museo, entre 2008 y 2011, rebajó un 13% anual el consumo de agua, un 15% anual el consumo eléctrico, un 52% la producción y distribución de frío, y un 48% el consumo de ventiladores.