Los rigores del frío invierno no sólo sacuden a europeos y norteamericanos. También en una tierra habitualmente más cálida, de clima más templado, se está viviendo un crudo invierno. Al menos, para lo que están acostumbrados sus habitantes. Nos referimos a Colombia.
La situación ha llegado a un límite en el que el Presidente de la República, Juan Manuel Santos, declaró el Estado de Emergencia económica, social y ambiental durante varias semanas. El Presidente de Colombia decretó el estado de emergencia el 7 de diciembre de 2010 ante las intensas lluvias que azotaron el país desde abril y que han dejado a más de dos millones de personas sin hogar en veintiocho departamentos del país. En enero aún continúa el Estado de Emergencia.
La situación afectó principalmente a las vías de transporte y el Gobierno tuvo que invertir (o dar facilidades de crédito a empresas, departamentos y municipios) para arreglar los desperfectos producidos en las carreteras. De hecho, el Gobierno de Colombia obligó a circular a una velocidad máxima de 100 km/h debido al terrible estado en que se encontraban muchas de las carreteras.
Algunos meteorólogos han afirmado que, en diciembre de 2010, el país sudamericano vivió el peor temporal de invierno de su historia. Especialmente dañinas han sido las inundaciones producidas al norte del país. Carreteras, puentes, diques y canales de riego han quedado destruidos. Muchos animales han sido arrastrados por la fuerza del agua y numerosos cultivos han quedado destrozados.
Algunas carreteras, como la que une las ciudades de Bucaramanga, en el departamento de Santander, y Barrancabermeja, han, literalmente, desaparecido del mapa. Mientras, en la ciudad de Manatí, que quedó totalmente inundada, pasaron varios días sin agua potable. Pero aún peor fueron las consecuencias en el municipio de Gramalote. Ha quedado tan desolado que los vecinos están barajando volver a construir la ciudad en otro lugar.
Algunos sectores clave de la economía colombiana, como las plantaciones de café, la ganadería o el turismo sufrirán cuantiosas pérdidas. La cifra de damnificados se acerca a la del desastre ocurrido en Haití y supera a las del huracán Katrina tras su paso por Nueva Orleáns. Sin embargo, no ha tenido tanta repercusión mediática. Misterios de los medios de comunicación.