El tráfico aéreo es un gran problema que afecta al cambio climático. Cada vez vuelan más aviones por el cielo. Subirse a un avión es accesible para más gente. Pero, lo que para algunos es una posibilidad de viajar para conocer nuevos pueblos, culturas diferentes y paisajes nunca antes vistos o, también, de ampliar su negocio, para todos se convierte en una forma de contribución a los efectos negativos del cambio climático. Desde la década de los sesenta del siglo pasado, el tráfico aéreo ha aumentado de forma sustancial. Y se prevé que siga aumentando en el futuro.
Los gases que emiten los motores de las aeronaves modifican la atmósfera y destrozan la capa de ozono, lo que modifica el clima mundial. Según las investigaciones, además de la emisión de dióxido de carbono, los aviones emiten partículas de hollín, vapor de agua, estelas de vapor de los motores y todo ello hace que aumente la formación de cirros (un tipo de nubes que no suele llevar asociada precipitaciones) y que se enfríen las partículas de sulfato que hay en la atmósfera.
Estos datos provienen del proyecto Attica, un proyecto desarrollado por la Unión Europea con el objetivo de medir y comparar las emisiones que proceden del transporte y que ha tenido en cuenta las aeronaves que vuelan a altitudes que van desde los 8 hasta los 12 kilómetros.
Hay que señalar que los aviones, además, emiten óxido de nitrógeno, un gas de efecto invernadero (GEI) que contribuye al calentamiento global. Así mismo, en la baja atmósfera, puede tener un efecto de enfriamiento, pues se produce una destrucción de metano. Según las estimaciones del proyecto Attica, la aviación contribuyó con alrededor del 3,5% del total de actividad humana que incrementaron el calentamiento global en 2005, cifra que se espera que aumente entre un 4 y un 4,7% para 2050. Además, en 2005, el 2,5% de las emisiones de dióxido de carbono provocadas por el ser humano provenía de la aviación.
Por fortuna, los avances tecnológicos pueden mitigar alguno de estos impactos de la aviación sobre el cambio climático y la capa de ozono, pero aún pueden pasar entre 20 y 25 años antes de su implantación definitiva. Además, es necesario la reducción de las emisiones de dióxido de carbono mediante la disminución del consumo de combustible con cambios operacionales tales como el ajuste de altura de vuelo o los horarios de vuelo. También se está trabajando en el desarrollo de combustibles alternativos como el hidrógeno líquido o los biocombustibles.
Por favor ¿podrías compartir las referencias bibliográficas de donde has obtenido esta información?
Gracias