El clima extremadamente árido puede provocar grandes incendios. Pero si proliferan éstos, también pueden contribuir a que aumente la temperatura del planeta. Son fenómenos que se retroalimentan. Así se desprende de un informe presentado por la FAO, la Organización de las Naciones Unidas para la Agricultura y la Alimentación, en la 5ª Conferencia Internacional sobre Incendios Forestales, celebrada en Sun City, Sudáfrica.
La Fao ha hecho un llamamiento para que todos los países apliquen estrategias integrales de gestión y prevención de incendios y mejoren el seguimiento de las emisiones de carbono que éstos producen y que contribuyen al calentamiento del planeta.
Las causas de los megaincendios tienen su origen en el hombre en la gran mayoría de los casos y, de este modo, el cambio climático los intensifica, pero, si vamos más allá, se forma un círculo vicioso que acelera el calentamiento del planeta, ha señalado Pieter van Lierop, oficial forestal de la organización. Cada vez se producen más megaincendios (Australia, Grecia, California…) y las proyecciones del clima indican temporadas de incendios más calientes y más secas. Es un problema global cada vez más grave.
Algunos de los últimos incendios de estas características han sido el llamado Sábado Negro de 2009, que se produjo en Australia y en el que murieron 173 personas y ardieron muchas ciudades. También los incendios forestales sin precedentes que se produjeron en Rusia en 2010, donde murieron 62 personas y se quemaron unos 2,3 millones de hectáreas al producirse más de 32.000 incendios distintos.
El informe, titulado «Findings and Implications from a Coarse-Scale Global Assessment of Recent Selected Mega-Fires (Resultados y consecuencias de una evaluación mundial a grandes rasgos de algunos megaincendios forestales), ha estudiado los recientes incendios ocurridos en Australia, Botswana, Brasil, Indonesia, Israel, Grecia, Rusia y los Estados Unidos.
Incendios controlados como prevención
Casi todos los grandes incendios estudiados en este análisis que ha llevado a cabo la FAO tuvieron un origen antropogénico. En ocasiones, se provoca un fuego con la intención de abrir terrenos para convertirlos en tierras agrícolas o para construir. En todos ellos (salvo en uno), además, se sumó el problema de una pertinaz sequía. En todos los casos hubo calor, sequía y viento, factores que intensifican el incendio y dificultan las labores de extinción. En el caso concreto de los bosques tropicales, los desechos de madera seca provenientes de la tala de árboles es lo que más propaga estos incendios descomunales.
Si bien es verdad que la propagación descontrolada de los grandes incendios se puede explicar en parte por la sequía, hay que señalar que en el caso de Florida y Australia Occidental, aunque experimentaron una prolongada e intensa sequía, los costes de los incendios forestales, las pérdidas económicas y los daños a seres humanos fueron mucho menores que en otras partes. Todo ello demuestra la importancia de desarrollar enfoques más equilibrados en la prevención, la atenuación y la extinción de los incendios.
En Florida, entre el Servicio Forestal de los Estados Unidos y el estado de Florida incendian de forma controlada entre el 10 y el 20% de los bosques. Estos incendios controlados se realizan cada dos, tres o cuatro años, dependiendo de las circunstancias y tienen un coste de entre 10 y 30 dólares por hectárea (entre 7 y 20 euros). En cambio, si se produce un gran incendio, los costes de la extinción pueden llegar hasta los miles de dólares por hectárea, sin contar con las pérdidas humanas y el terrible daño que sufre el medio ambiente.
También en el suroeste del Australia Occidental se realizan incendios controlados en un 8-9% de sus terrenos. Los costes, pérdidas y daños de los incendios forestales se han reducido desde el inicio de este programa de incendios controlados.