Mariposas amenazadas


La mariposa conocida como Apolo (Parnassius apollo) vive en las montañas de las zonas templadas y frías de Europa y Asia. Es una especie vulnerable que está amenazada. Y, para empeorar su situación, el cambio climático también la afecta. Es una mariposa bastante grande (puede alcanzar una envergadura de unos 8 centímetros) y muy reconocible porque predomina el blanco en sus alas casi translúcidas. Otra especie, conocida como la Niña de Sierra Nevada, por ser éste su hábitat principal, también se encuentra en peligro de extinción.

En España, entre el 5 y el 10% de las 230 especies de mariposas están amenazadas o en peligro de extinción, debido a diferentes causas como la destrucción de hábitats y al fenómeno del cambio climático, según la última edición de la Lista Roja Europea de la Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza (UICN). En Europa, hay 435 especies de mariposas, de las que un 9% se encuentra en peligro de desaparecer.

Una de las causas para esta reducción de las poblaciones de mariposas es el cambio climático. En el caso español no ha eliminado especies enteras, pero sin duda contribuye a la gran reducción de poblaciones de mariposas como la Apolo. Se ha comprobado que algunas especies ascienden la montaña para encontrar un hábitat adecuado para ellas. En el caso concreto de la mariposa Apolo, ya ha desaparecido de algunos sistemas montañosos de Andalucía.

Otras especies que sufren el cambio climático son la Niña de Sierra Nevada (Polyommatus golgus), una mariposa de pequeño tamaño cuya distribución es muy reducida, y la mariposa del Puerto del Lobo (Agriades zullichi), ambas catalogadas en la actualidad como en peligro de extinción. La primera vive en Sierra Nevada y en algunas sierras próximas a Cazorla, mientras que la segunda es exclusiva de Sierra Nevada.

La red de espacios naturales protegidos acoge casi la totalidad del área de distribución de estas especies endémicas. Es allí donde viven poblaciones suficientes para no temer por su extinción en un futuro cercano. Se encuentran, pues, protegidas del daño que podrían causarles las actividades humanas. Sin embargo, no es tan fácil protegerlas de un fenómeno global como es el del cambio climático.

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