No usar granito en las aceras reduciría hasta un 60% las emisiones de CO2


Muchas veces, para cuidar el medio ambiente, para luchar contra el cambio climático, no es necesario diseñar grandes y complicadas tecnologías, ni invertir cantidades ingentes de dinero para frenar las emisiones de gases de efecto invernadero. Basta con cambiar el modo de hacer las cosas, no dejarse llevar por la inercia, afrontar los problemas desde un nuevo punto de vista. En otras palabras, es más importante la voluntad de querer hacer las cosas bien que el dinero necesario para ello.

En este sentido, hay un ejemplo que ilustra tal idea. Una acción tan sencilla como sustituir las aceras construidas con granito por otras de hormigón o asfalto podría llegar a reducir las emisiones de gases de efecto invernadero hasta en un 60%. Así lo señala un estudio llevado a cabo por investigadores de la Universitat Autònoma de Barcelona (UAB), la Politècnica de Catalunya (UPC) y la empresa Inèdit.

El estudio ha sido publicado por la revista Transportation Research y analiza toda la energía consumida en el proceso de producción, transporte, construcción, mantenimiento, así como las eventuales reparaciones de los materiales que componen las aceras durante un periodo de 45 años.

A pesar de que la vida promedio de un pavimento de asfalto es de sólo 15 años, frente a los 20 años del granito y los 45 años del hormigón, el estudio asegura que el asfalto sería la mejor solución para reducir las emisiones de dióxido de carbono (CO2).

Los investigadores han estudiado nueve escenarios de variabilidad de la vida útil del pavimento y señalan que el asfalto emite un 2,2% menos de dióxido de carbono (CO2) que las aceras de hormigón y un 22% menos que las de granito. Incluso contando con que el asfalto requiere el doble de operaciones de mantenimiento y reparación.

Así, el trabajo concluye que el hormigón y el asfalto son las soluciones más respetuosas para el medio ambiente y señala que el granito, compuesto por piedra natural mayoritaria en la pavimentación exterior es la que más gases de efecto invernadero emite a lo largo de su ciclo de vida.

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