Reducir la huella de carbono aporta valor a la empresa


La competitividad y el valor de un negocio se puede analizar desde distintos puntos de vista, que van cambiando con las épocas, según lo que importa al conjunto de la sociedad. En la actualidad, cada vez cobra más valor el respeto al medio ambiente y, en especial, la reducción de las emisiones de gases de efecto invernadero (GEI), de modo que la empresa que cumpla con los objetivos que marca el Protocolo de Kioto y ayude, en la medida de sus posibilidades, a paliar los efectos del cambio climático, será una empresa respetada por parte del público.

Hay medidas oficiales, obligatorias, pero cualquier empresa puede hacer esfuerzos extras. Del mismo modo que en otros aspectos. Por ejemplo, hay un mínimo obligatorio en materia de seguridad, que todas las empresas deben cumplir, pero algunas deciden ofrecer aún más seguridad. Es algo opcional, pero que, sin duda, confiere valor a la empresa frente a sus clientes y la sociedad en general. Algo similar ocurre desde el punto de vista ambiental.

Por otra parte, el desarrollo sostenible permite que un negocio sea eficiente y valioso durante más años. Además, en la mayoría de los casos, estará más preparado para afrontar crisis o cambios externos que pudieran afectarle.

A este respecto, una encuesta realizada en todo el mundo por la consultora McKinsey en el año 2008 señalaba que, para las empresas, el cambio climático es uno de los factores más importante para el desarrollo empresarial, tanto desde la perspectiva de la oportunidad, como de la de riesgo. Otras encuestas, como la que se realiza de forma anual por parte del Carbon Disclosure Project, indican una creciente concienciación, planificación y seguimiento de proyectos empresariales teniendo en cuenta el cambio climático. La gran mayoría de las empresas establecen un objetivo de reducción de emisiones.

Pero hay que realizar aún más esfuerzos: implantar las energías renovables, desarrollar políticas de movilidad tanto para trabajadores como para el transporte de las mercancías, implantar tecnologías más eficientes, reducir el consumo de recursos y los residuos, implantar políticas de compra verde. En fin, implantar políticas para lograr reducir las emisiones de GEI.

En algunos casos, ya se está llevando a cabo una política que incentive medidas respetuosas con el planeta, como «el que contamina paga». Pero, ¿por qué no, además, premiar al que se esfuerza más que el resto, para esas empresas que van más allá de las medidas obligatorias?

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