Las pequeñas semillas pueden desempeñar un importante papel en la lucha contra la sequía en África. A menudo se plantean todo tipo de soluciones para este grave problema. Pero, quizá, la mejor es la más sencilla. Y la más natural. En algunas regiones africanas han crecido variedades mejoradas de cultivos de secano, de forma que son más resistentes a prolongados períodos de sequía.
No es algo nuevo, no se trata de hacer una revolución en los métodos agrícolas. Todo lo contrario. Como ocurre a menudo, las prácticas más tradicionales también son las más ecológicas. Los agricultores han cultivado durante años este tipo de cultivos para alimentar a sus familias: mijo, sorgo, guandú, garbanzo, frijol, habas, etc.
Los rendimientos suelen ser bajos, esto hay que reconocerlo. Pero, en parte, es debido a la falta de acceso a mejores semillas. Si los pequeños agricultores en regiones áridas y desérticas pudieran conseguir variedades mejoradas de cultivos de secano, sus comunidades estarían mejor preparadas para prolongados períodos de sequía y lluvias escasas. El reto es conseguir esas semillas y fomentar su uso.
En Kenia, Janey Leakey, que dirige un negocio de semillas de primera calidad especializado en cultivos olvidados, colabora con investigadores del Centro Internacional de Investigación de Cultivos para las Zonas Tropicales Semiáridas (ICRISAT) y con el Instituto de Investigación Agrícola de Kenia para desarrollar y distribuir variedades de cultivos más resistentes a la sequía y a las plagas y de mayor rendimiento. De momento, han conseguido que variedades mejoradas de guandú hayan aumentado la productividad en la cosecha en un 38%, mientras que variedades mejoradas de maní y garbanzo han aumentado las cosechas en un 59% y en un 33%, respectivamente.
Pero tan importante como el desarrollo de estas semillas es el fomento de su uso. Es esencial convencer a los agricultores, en especial, a las mujeres, más dispuestas a luchar contra el hambre y la desnutrición en sus hijos. Hay que poner estas semillas a un precio que se puedan permitir. Pero, si no hay demanda, los precios no pueden bajar. La pescadilla que se muerde la cola.