Es una nueva generación de empresarios. No quieren ganar dinero construyendo pisos y destrozando la costa o la montaña. Quieren triunfar en su negocio, sí, pero respetando la naturaleza. Son emprendedores ecológicos. Saben que el planeta tiene un límite y que estamos llegando a él.
Sarah Smith es una de estas nuevas emprendedoras europeas. En París, intentará convencer a un grupo inversores para poner en marcha su proyecto: un sistema de bicicletas para moverse por la ciudad. Movilidad sostenible y sin contaminar. Alexandre Greif es otro joven emprendedor. Cansado de los atascos (como millones de europeos cada día) ha observado que muchos coches tienen asientos libres. Trabaja con su equipo para crear un sistema que permita compartir coche.
Son dos ejemplos de los casi doscientos estudiantes que pasaron cinco meses en la escuela de verano de la Climate KIC, un proyecto apoyado por la Comisión Europea para formar a empresarios del futuro. O, lo que es lo mismo, crear riqueza, generar empleo y desarrollar la economía sin contribuir al cambio climático.
En el último día del curso, los equipos presentan los proyectos frente a un jurado y un grupo de inversores. La gente no está demasiado preocupada por el cambio climático, según Alex, porque es un proceso largo, que no se ve en el día a día. Así que su idea es motivar a la gente intentando que ahorren dinero. Y el negocio que propone, lógicamente, también trata de ganar dinero.
El mayor premio, la financiación
Sarah, por su parte, ha aprendido que una buena estrategia de comunicación es esencial. Casi indispensable. Hay que tener seguridad para salir y hablar con la gente que puede financiar el proyecto. Hay que hacer encuestas, contactar con Gobiernos y empresas. Cuesta mucho poner una idea en marcha. Aunque sea buena.
El proyecto de las bicicletas ha sido uno de los premiados por el jurado. Sin embargo, los miembros del jurado han dicho que el proyecto no es realista. El camino no es fácil. Hay que ser fuerte para superar las dificultades y creer en la idea hasta la obsesión.
Alex no ha conseguido ningún premio, pero la experiencia le ha servido: ha conocido gente y opiniones diferentes, ideas nuevas. Afirma que ha aprendido mucho de sí mismo y de todo el negocio. Pero, aun sin premio, ha sido el ganador: el único que ha recibido una propuesta de financiación por parte de un inversor.