La Agencia Espacial Europea (ESA) lanzó en abril de este mismo año el satélite Cryosat-2, que analiza el océano Ártico y está trazando un mapa de la zona. Han llegado los primeros datos. Se trata de la primera imagen completa de la topografía dinámica del océano Ártico, ha explicado Seymour Laxon, investigador del University College de Londres y miembro del equipo del Cryosat. La novedad, aparte de las innovaciones técnicas que se incluyen en el satélite, es la órbita que recorre.
La misión principal del satélite es medir el espesor del hielo del océano Ártico, que se ha reducido drásticamente en las últimas décadas. Pero no sólo eso, sino que también permitirá a los científicos conocer si las corrientes marinas del Ártico están cambiando, ya que esta falta de hielo permite a los vientos circular con mayor libertad. En definitiva, los grandes cambios del clima que se están produciendo en esta zona, pueden influenciar en gran medida al resto del globo terráqueo.
Se trata de saber cómo se comportará el océano Ártico cuando los hielos retrocedan aún más. Desde luego, los cambios van a ser significativos. El objetivo de los investigadores es tratar de anticipar estos cambios. La importancia del satélite Cryosat-2 radica en que proporciona a los científicos, por primera vez, una herramienta visual y estadística de lo que está ocurriendo en el Ártico.
Entre las innovaciones del satélite, se cuenta uno de los radares de apertura sintética de mayor resolución puesto en órbita y que puede determinar las variaciones del espesor del hielo que flota en el océano y de las capas de hielo que cubren las regiones polares. De este modo, con los datos recibidos, los científicos podrán determinar el volumen total de la capa de hielo marina de todo el Ártico.
También capta información sobre la superficie del agua y suministra datos valiosos sobre el comportamiento del océano, como, por ejemplo, la explicación de la dirección y la velocidad de las corrientes marinas. Hay que añadir que, precisamente por la reducción de las capas de hielo, los vientos y las corrientes marinas pueden moverse con más facilidad, por lo que pueden cambiar el comportamiento que han tenido hasta ahora y afectar de algún modo al clima. Más allá del Ártico, este cambio en el clima puede afectar a la aguas de los mares de Noruega, de Groenlandia y del Atlántico Norte.
Otro circunstancia que los científicos vigilan cuidadosamente es la gran cantidad de agua cálida que se encuentra bajo los hielos y que actualmente no influye en éstos porque existe entre ambos una barrera de agua fría menos densa. Si este agua cálida comienza a subir por un cambio de los vientos, las consecuencias para las capas de hielo pueden ser catastróficas.
Cuanto más se conozca el comportamiento del clima del Ártico, mejor se podrá combatir el cambio climático, ya que es una zona muy susceptible a sus consecuencias.