El Gobierno británico quiere liderar la lucha contra el cambio climático con un plan en el que tiene previsto reducir drásticamente sus emisiones de dióxido de carbono. Se convertirá así en uno los objetivos más ambiciosos del mundo en lo que respecta a la reducción de emisiones en la década de 2020. Lo ha anunciado el secretario de Clima y Energía, Chris Huhne. El objetivo final es reducir las emisiones en 2025 un 50% respecto a los niveles de 1990.
Los grupos ecologistas presionan, por su parte, para que otros ministerios no boicoteen el plan, que se llevaría a cabo de forma paulatina: se pretende alcanzar una reducción del 80% en las emisiones legalmente vinculantes para el año 2050, para lo que, en 2030, ya debería alcanzar el 60%.
El Ministerio de Economía (tenía que ser) no ve nada claro este ambicioso plan. Según un documento que se filtró a los medios, este proyecto podría limitar el crecimiento económico, algo que algunos políticos y la mayoría de las grandes empresas no están dispuestos a consentir. Ese documento puso en alerta a los grupos ecologistas, que habían aplaudido al Gobierno de David Cameron como el «gobierno más verde de todos los tiempos».
El líder del partido laborista, ahora en la oposición, aprovechó la situación en su favor y criticó el objetivo por ser una señal terrible para empresas y el resto del mundo. El primer ministro Cameron ha decidido, finalmente, apoyar el ambicioso plan.
Por su parte, Keith Allott, director de Cambio Climático de la organización WWF en el Reino Unido, apoya la medida y señala que, con esta decisión, el Reino Unido está demostrando un verdadero liderazgo sobre el cambio climático. Esta Ley de Cambio Climático británico puede ser la transición de dicho país a una economía baja en carbono.
Y, lo más importante, tal vez comience una verdadera competición de todos los países por ser el que más reduce sus emisiones, algo que beneficiará a todos.