Uno de los mayores retos de la agricultura es ser eficiente sin contaminar y sin contribuir al cambio climático, es decir, reduciendo en lo posible la emisión de gases de efecto invernadero (GEI). En Europa, durante los próximos años, se va a desarrollar un plan que tiene como objetivo reducir las emisiones de gases de efecto invernadero en el sector agrícola y, al mismo tiempo, lograr la adaptación al cambio climático.
Además, se trata de potenciar la rentabilidad económica y social de las explotaciones agrícolas mediante prácticas agrarias sostenibles que reduzcan la huella de carbono. El objetivo final es mejorar la seguridad alimentaria y conservar el medio ambiente. Es el proyecto AgriClimateChange, impulsado por la Fundación Global Nature, que tiene como objetivo luchar contra el cambio climático desde la agricultura.
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El cambio climático es un urgente reto para cualquier política que se precie de mínimamente responsable, pero abordarlo va más allá de reducir el CO2 o de un tratamiento puramente ambiental. Tal y como advierte un nuevo estudio coordinado por el Instituto de Recursos Mundiales (WRI), el PNUD, el PNUMA y el Banco Mundial, se trata de un problema amplio, tan importante que de su resolución a corto y largo plazo depende el futuro de los países. 
