No sólo los vehículos que usan petróleo y las industrias con chimeneas de las que sale humo generan gases que contribuyen al cambio climático. Las vacas, al procesar la comida, generan metano, que liberan en la atmósfera a través de las bostas y de otros modos que no hace falta aclarar. El metano es un gas de efecto invernadero que contribuye al calentamiento del planeta en un 25% más que el tan mentado dióxido de carbono.
Una investigación llevada a cabo por científicos de la Universidad de Gales trata de reducir esta emisión natural de metano por parte del ganado criado en granjas de una forma ecológica, esto es, simplemente alterando la alimentación de las vacas.
El estómago de las vacas está lleno de microbios y esos microbios son los causantes de todo el metano que sale del animal. De lo que se trata es de cambiar la alimentación de modo que afecte a esas bacterias causantes del contaminante gas y, en definitiva, producir menos metano.
Así, se está experimentando con extractos de plantas, con aceites esenciales e, incluso, con grasas. Lo importante es acabar en la medida de lo posible con las bacterias productoras de metano. Tras varios experimentos los científicos descubrieron que el ajo acaba con los microbios del aparato digestivo y, por tanto, también evitaba la emisión de metano.
Las pruebas llevadas a cabo en el laboratorio han conseguido una disminución en las emisiones de este nocivo gas de hasta el 40%. Este descubrimiento puede tener mucha importancia para la lucha contra el cambio climático, ya que el gas metano es responsable de un 18% de las emisiones de gases de efecto invernadero. Así, los científicos aconsejan que se distribuyan productos que incluyan ajo en los preparados para alimentación animal, especialmente para los animales de granja. Se calcula que se necesitan 5.500 toneladas de ajo cada año sólo en el Reino Unido para que la medida sea efectiva.
El problema es que se altera el sabor de la leche. Por ello, los investigadores buscan un compuesto químico parecido pero que no produzca tal efecto secundario. En las vacas que se usan para producir carne no parece un problema. Ya vendrían con el sabor a ajo incorporado.