El cambio climático es una enorme caja de Pandora que no cesa de abrirse para traernos malas noticias, como ésta que nos anuncian investigadores de Harvard tras haber relacionado por primera vez el cambio climático con la pérdida de ozono en los Estados Unidos. Un hallazgo que no tardó en llevarles a la evidencia de que, consecuentemente, éste tiene y tendrá un dramático impacto en la salud pública con el aumento de los cánceres de piel. Pero no sólo eso, porque en un futuro lejano incluso podría hacernos intolerantes a la misma luz del sol.
En un artículo publicado hoy, día 27 de julio, en la revista Science y en Harvard Magazine, los investigadores indican que el cambio climático hace disminuir los niveles de ozono y aumenta la incidencia de la dañina radiación ultravioleta (UV) en la superficie del planeta, derivando en un incremento de los cánceres de piel, los más comunes.
El equipo de investigadores advierte que la conexión entre cambio climático y agotamiento de la capa de ozono es un asunto muy preocupante. «Si me preguntasen dónde encaja esto en el espectro de cosas que me preocupan, ahora mismo esto estaría en primer lugar«, explica James G. Anderson, profesor de química atmosférica y principal autor del estudio.
Según Anderson, es imposible conocer cuántos casos de cáncer podrían estar relacionados con este fenómeno, pero apunta que cada año hay un millón de nuevos diagnósticos positivos sólo en los Estados Unidos, y que éstos no cesan de aumentar por mucho que la medicina lucha por detenerlos.
En el futuro, dependiendo de la frecuencia con la que se den las condiciones atmosféricas que rompen la capa de ozono (tormentas altas que pueden ocurrir a temperaturas que no se esperaban y realizar un cambio químico en la atmósfera) se crearán los componentes necesarios para acelerar el proceso. Básicamente, Anderson apunta que si se incrementa la concentración de vapor de agua y se dan determinadas temperaturas se producirá una rápida destrucción de la capa de ozono.
Así pues, ocurrirá a golpe de tormentas, y para que ello ocurra éstas han de ser más frecuentes y volentas, pero según Anderson es un hecho que la destrucción está produciéndose del modo hallado por la investigación. La incógnita es conocer el ritmo al que se producirán estas tormentas, por lo que sólo es cuestión de tiempo.
Un futuro negro, lejos de la luz del sol
Si ello sucede, es decir, si la capa de ozono va quedando en nada, más nos valdrá ni salir de casa: «Entonces tendremos un problema real, por que la química será idéntica a lo que se demostró hace años que ocurría en el Ártico«, dice Anderson. Es más, para este experto el problema va más allá de la salud pública, «En mi opinión, se trata de saber si seremos capaces en un futuro lejano de salir a la luz del sol.», concluye Anderson.
Daños en el ADN de los cereales
Pero no sólo afecta a los humanos esta mayor penetración en la atmósfera de radiación ultravioleta por la progresiva desaparicion del ozono. De acuerdo con las conclusiones del estudio, los efectos de la radiación podrían suponer una amenaza para la seguridad alimentaria, pues dañará el ADN de muchos granos de primera necesidad,como el trigo, la soja y el maíz.