El cambio climático requerirá sacrificios de todos


Los ingleses son un pueblo capaz de luchar más unidos que nunca ante las adversidades. Dejan a un lado sus diferencias y caminan todos tercamente en la misma dirección. Acaban de demostrar que no están dispuestos a poner en riesgo a algunas especies de peces usando su poder como consumidores para frenar la pesca ilegal y los descartes.

La periodista Carolina Lucas, sabe de la idiosincrasia del pueblo inglés y ha escrito un artículo donde recuerda cómo lucharon juntos, como un nación unida, durante la II Guerra Mundial, para hacer un llamamiento al comportamiento más heroico de los ciudadanos británicos. Según la periodista se necesitará para luchar contra el mayor problema al que se enfrenta Gran Bretaña (y Europa y el resto de países, habría que añadir) desde la guerra contra Hitler y sus aliados: el cambio climático.

El artículo ha sido publicado en el periódico The Guardian y allí Carolina Lucas ha querido recordar a la generación que vivió la II Guerra Mundial para que sirva de ejemplo a la actual. Que la lucha contra el cambio climático se ha convertido el gran reto de la humanidad no sólo lo creen los ecologistas, comenta la periodista, sino también líderes de negocios, jefes de gobierno y otros altos cargos políticos de todo el mundo.

Así, en un símil con los tiempo de guerra, Lucas llama a la sociedad británica a «movilizarse como nación» contra este nuevo adversario. Lo que impresiona a esta periodista es la capacidad de sacrificio que tuvo aquella generación. Sabían que no les quedaba otro remedio que pasar ciertas penurias durante un tiempo para, a la postre, salir fortalecidos como una sociedad democrática y de bienestar.

Muchas familias apoyaron el racionamiento de comida porque era una alternativa más justa en tiempos difíciles. Las pequeñas acciones individuales son las que crean una importante aportación masiva. Por ejemplo, se recogían los restos de comida para alimentar a más de 200.000 cerdos. Así mismo, mucha gente tuvo que renunciar a actividades de ocio como salidas al campo o ir al teatro o al cine.

Con todo, y a pesar del racionamiento de alimentos, la mortalidad infantil se redujo significativamente. Además, cuando la guerra acabó, ya estaban creadas las bases para las necesarias reformas en educación y para la creación del Servicio Nacional de Salud.

Pero Carolina Lucas quiere ir más allá de la mera reflexión. Su próximo paso es reunir a diferentes personas de la generación de la guerra para aprender de su experiencia. Porque, tal vez, todos tengamos que hacer un gran sacrificio para conseguir un planeta más sostenible, un mundo mejor para futuras generaciones. ¿Será el cambio climático tan dañino y mortal como las potencias del eje de la II Guerra Mundial? ¿Estaremos a la altura de la lucha?

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