El cangrejo rey, también conocido como cangrejo de Kamchatka (paralomis birsteini), fue introducido en los años sesenta en el norte de Europa como Noruega y lo que pertenecía por aquel entonces al noroeste de la Unión Soviética. Se trataba de un modo de aumentar la producción de alimentos para el régimen comunista. La población de esta especie de cangrejos fue creciendo y en los noventa habían avanzado cientos de kilómetros hacia el sur. Ahora ha comenzado a expandirse también hacia el norte, pues la temperatura de las regiones más septentrionales se lo permiten.
Este cangrejo puede llegar a vivir 25 años y alcanzar un envergadura de un metro y medio. Su peso puede llegar hasta los ocho kilogramos. La introducción en el mar de Barents, donde no encuentra depredadores naturales, ha supuesto que el cangrejo rey se convierta en una plaga.
El Gobierno noruego no quiere que este cangrejo se expanda más allá del Cabo Norte. Y parece que es una decisión correcta, ya que algunos ejemplares acechan ya la Antártida. Así se desprende de recientes investigaciones suecas y norteamericanas que han descubierto que los cangrejos rey están migrando hacia la Antártida como especie invasora. Hace años, este hábitat era demasiado frío para que esta especie pudiera sobrevivir.
La expedición sueca del buque rompehielos Oden ha avistado grandes poblaciones de cangrejos rey rojo sobre un tramo de 30 millas en aguas profundas al oeste de la Península Antártica, durante el reciente verano antártico. Esta zona siempre había sido demasiado fría para esta especie de cangrejos, pero la temperatura media del océano ha aumentado en los últimos decenios, ha señalado Sven Thatje, biólogo evolutivo en la Universidad de Southampton (Inglaterra) y científico jefe de la expedición. El cambio de temperatura, aunque ligero, es suficiente para eliminar las barreras fisiológicas que habían mantenido los cangrejos alejados de la región.
La migración de las poblaciones de cangrejo puede representar una amenaza para otras especies de aguas profundas que viven en la región, como los mejillones, las estrellas de mar y los erizos de mar, pues no han desarrollado defensas contra depredadores con garras. Años de aislamiento les dejan ahora indefensos.