En el planeta quedan pocos lugares intactos. Sólo los muy inhóspitos. Como la Antártida. Son regiones que casi no han sufrido la presencia humana. Pero la situación está cambiando. La Antártida comienza a ser un destino para el turismo de lujo.
Así lo señala Javier Cacho, autor de Antártida: el agujero de ozono. No tiene sentido que una zona de la tierra dedicada a la investigación de, entre otros fenómenos, los efectos del cambio climático, se esté sustituyendo por el turismo de lujo. Los viajeros que recorren la Antártida en cruceros de lujo van, según Cacho, a sacarse una fotografía junto a los pingüinos. En la mayoría de los casos, ni siquiera son capaces de apreciar lo que tienen frente a sus narices.
Estos turistas de lujo viajan en grupos y llegan a ser varios miles, sobre todo, en verano. Superan con creces, en los meses de clima benigno, la cantidad de científicos que trabajan en la Antártida. Mientras el turismo de lujo es un negocio lucrativo, en países como España el presupuesto para investigación se reduce en un 25%.
El científico Javier Cacho señala que ese porcentaje es lo que les permite hacer cosas y alerta que esta disminución del presupuesto hará que se reduzcan las becas, que los jóvenes investigadores se tengan que ir al extranjero y que el rendimiento de la investigación en España baje más del 50%. Mientras, continúa la invasión de turistas en la Antártida. Pero avisa: la culpa no es de los viajeros que quieren conocer la región. Sin embargo, el continente helado, tras siglos de ser territorio virgen, ha comenzado a transformarse por la presencia de un número demasiado alto de seres humanos.
En la zona donde están situadas las bases españolas se nota de forma palpable los efectos del calentamiento global. Donde hace 25 años había cuevas, ahora ya no hay nada. Se está produciendo un deshielo generalizado y masivo, que, según el científico, impresiona observar. Y la situación puede empeorar. En los próximos doscientos años se va a asistir a un cambio que debería tardar diez mil años en ocurrir.
Estamos perdiendo la cobertura de hielo, sobre todo en el Ártico, algo que no había pasado en los últimos quince millones de años. En la Antártida, las manifestaciones no son tan evidentes. Según su opinión, se está multiplicando por cien el calentamiento que podría tener la tierra.
La solución: reducir el consumo de agua, restringir el aire acondicionado en los hogares y limitar la velocidad en las autopistas. Y concluye: el movimiento ecologista práctico consiste en una implicación real para reducir el consumo.