Las bacterias siempre han sido vistas como negativas. Sin embargo, ahora una nueva investigación ha detectado que pueden ser beneficiosas para el medio ambiente. Y es que, en concreto, las bacterias del suelo podrían ser la solución a los gases de efecto invernadero. El motivo no es otro más que este tipo de bacterias consumen este potente gas.
La investigación
Un equipo de investigadores de la Universidad de East Anglia, en el Reino Unido, y de la Universidad Noruega de Ciencias de la Vida han detectado que las bacterias que están presentes en el suelo tienen capacidad para consumir el gas de efecto invernadero óxido nitroso -se genera por la biodegradacion de fertilizantes sintéticos con base de nitrato en los suelos agrícolas por microorganismos-, si tienen una vida sin oxígeno en el ambiente.
Este gas, conocido como el gas de la risa, no es un problema para este tipo de bacterias que permiten que esté en su entorno, manteniendo activos sistemas de destrucción, además de distribuirlo dentro de nuevas células para sobrevivir a niveles bajos de oxígeno presentes en el suelo.
Sin embargo, este sistema no funciona con todas las bacterias. La investigación se ha centrado en hacer esta comprobación con el organismo desnitrificante llamado Paracoccus denitrificans, poniéndose de manifiesto que tiene importantes implicaciones en el control de las emisiones y en el uso de las bacterias como auténticos sumideros para eliminar el óxido nitroso de la atmósfera.
Investigación clave
El resultado de esta investigación que se ha publicado en la revista ‘Proceedings of the National Academy of Science’ supone un importante avance para atajar este problema. Y es que el óxido nitroso supone alrededor del 10% de todos los gases de efecto invernadero, aunque es uno de los más importantes en calentamiento global, siendo 300 veces más potente en este sentido que el dióxido de carbono.
Sus efectos negativos aún van más allá. Incluso una pequeña parte de óxido nitroso en la atmósfera tiene consecuencias de gran alcance en el medio ambiente. Además puede permanecer en la atmósfera durante cerca de 120 años.
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