A perro flaco, todo son pulgas. En muchas partes del planeta sus habitantes no conocen en toda su vida lo que significa un desastre natural. En cambio, en algunas regiones de Australia, y en tan sólo unos meses, están conociendo varios de ellos. Después de sufrir una de las sequías más duraderas de su historia, llegaron a Australia las inundaciones más dañinas que habían visto sus habitantes en varias décadas. Pero aquí no acaban la historia. Ahora ha pasado un ciclón. Y no un ciclón cualquiera. Un ciclón de la máxima categoría en la clasificación de este tipo de fenómeno meteorológico, de nivel 5 en la escala Saffir-Simpsons. Al menos, no ha habido víctimas mortales.
El estado australiano de Queensland, al noreste del país, le ha tocado todo. Fue de las zonas más afectadas por las graves inundaciones y en estos días se ha tenido que evacuar a miles de personas ante la inminente llegada del tifón Yasi.
Cerca de 1.700 kilómetros de costa del norte de Queensland, las que se encuentran entre las localidades de Cooktown y Maryborough, se declararon en estado de alerta debido a los pronósticos meteorológicos que destacaban la fuerza del ciclón que se aproximaba a la costa.
Lo que comenzó siendo una fuerte tormenta, con vientos de hasta 102 kilómetros por hora, se convirtió en el peor huracán que ha azotado la región. El estado de Queensland, no repuesto aún de los graves destrozos causados por las inundaciones de noviembre y diciembre de 2010, esperaba el tifón.
Yasi, el ciclón, ha arrancado techos, dejado casas parcial o completamente destruidas y derribado una gran cantidad de árboles y mobiliario urbano. Además, algunas de las cosechas que habían sobrevivido a las inundaciones, se han perdido con el huracán. ¿Qué han hecho los australianos para merecer esta prueba a su paciencia? Nada. Vivir en una zona del planeta susceptible a estos fenómenos y en una época donde el clima parece un mensajero del planeta que grita ¡SOS!