Después del paso del huracán Sandy, no sólo por Nueva York, ciudad mediática que ha acaparado todas las miradas, sino por el Caribe, Cuba, Jamaica, Haití, que también se vieron afectadas por la destructora tormenta, llega el momento de la reflexión. Cabe preguntarse, otra vez, si el calentamiento global está haciendo que el clima sea más extremo.
Más allá de opiniones, de científicos, de periodistas, de políticos, más o menos objetivas (más en el caso de los primeros, menos en el caso de los últimos), hay que acudir a los datos. Las matemáticas no mienten, son implacables en su exactitud. En este sentido, según la Oficina de las Naciones Unidas para la Reducción del Riesgo de Desastres, en las últimas dos décadas, han aumentado tormentas e inundaciones (como se puede observar en la imagen de arriba). Desde 2003 hasta 2007 fueron especialmente desastrosas.
Pero no son sólo los grandes fenómenos climáticos los que nos advierten de que algo grave está ocurriendo. Todo el clima está cambiando. El tiempo está loco, como se suele decir. Por ejemplo, veamos qué ocurre en Uruguay.
Uruguay sufrió recientemente la envestida de un ciclón extratropical que golpeó la zona sur del país. Fenómenos climáticos anormales que se producen esta primavera. Pero que, quizá, dentro de unos años sean lo habitual.
El ciclón causó un muerto, produjo vientos de hasta 181 km/h, volcó contenedores de un carguero en el puerto de Montevideo y dejó más de 30.000 hogares sin luz. Ni el Gobierno ni los propios ciudadanos lo esperaban. Era la segunda tormenta de gran fuerza que golpeaba al país en un mes.
La primavera es época de tormentas, pero no es habitual que sean de tanta intensidad y que, entre ellas, haya tan poca separación. Uruguay es un ejemplo de un país que todavía no está preparado para el daño que pueden causar estos eventos climáticos. Muchos países deberían prepararse para ello, ya que, según las estimaciones, el cambio climático continuará y, a medio plazo, podrían sufrir situaciones climáticas similares a la del Golfo de México.