¿Qué ocurriría con un 40% más de CO2?


Una universidad australiana se ha embarcado en un ambicioso proyecto, primero de este tipo en el mundo: simular cómo sería el planeta si el cambio climático supera el punto crítico en el que sus efectos son irreversibles y se escapa a todo control por parte del ser humano.

El estudio se llevará a cabo durante una década por parte del Instituto de Medio Ambiente de la Universidad de Western Sydney. En el proyecto se someterá a árboles, plantas y matorrales hasta un alto nivel de dióxido de carbono (CO2), así como a patrones de lluvias alterados en una simulación de un aumento global de gases de efecto invernadero.

El elemento central del estudio será un tipo de eucalipto. Para ello, se ha construido una estructura de fibra de vidrio y seis de acero de 28 metros de altura y 25 metros de diámetro en un bosque de Richmond, en Nueva Gales del Sur. Las estructuras contienen un conjunto de sensores que emiten CO2 a los árboles desde los anillos. La idea de los científicos es crear una atmósfera con un 40% más de CO2 que los niveles actuales. De este modo, se podrá saber cómo el medio ambiente cambia debido al efecto invernadero y el cambio climático.

Se ha elegido ese nivel de CO2 porque es el que se cree que existiría si el ser humano no toma ninguna acción significativa para reducir las emisiones de carbono durante los próximos 35 años. Es decir, el peor de los escenarios posibles. Ese aumento del 40% en las emisiones de CO2 se traduciría en un aumento de la temperatura media mundial de cerca de 3 ºC.

Los científicos no sólo analizarán los árboles, sino otros elementos de su ecosistema, como bacterias y hongos del suelo, así como patrones de crecimiento de la copa de los árboles o los insectos que habitan en el follaje.

Las instalaciones para el proyecto se han subvencionado gracias al apoyo del Gobierno australiano, que ha dado 40 millones de dólares australianos (unos 30 millones de euros). La propia universidad aporta otros 15 millones de dólares.

El profesor David Ellsworth, que dirige el experimento, participó en un estudio similar en la Universidad de Duke, en Estados Unidos, en el que se analizaron los efectos en plantaciones de árboles. En el caso australiano, el estudio se llevará a cabo sobre bosques nativos.

En el bosque nativo, los suelos son más pobres, con menos cantidad de fósforo y otros nutrientes en el suelo. Unas características más próximas a la realidad de zonas de los trópicos y subtrópicos. Los primeros resultados del estudio, que se pondrá en marcha en septiembre, se publicarán el próximo año.

Una dieta equilibrada

El instituto ya ha realizado una investigación preliminar en un pequeño grupo de árboles durante los últimos 18 meses. Se han puesto a prueba con altas emisiones de CO2 y temperaturas más cálidas. El resultado fue que los árboles tenían una capacidad limitada para adaptarse. No pueden soportar demasiado calor en verano. La fotosíntesis disminuye y dejan de crecer.

Un aumento en el nivel de CO2, puede ayudar al crecimiento de las plantas, como se ha demostrado en otros estudios. Sin embargo, cuando ese aumento es muy acusado, ese crecimiento puede durar sólo unos pocos meses o, incluso, no suponer crecimiento alguno. O, como señala el responsable del estudio, «las plantas necesitan una dieta equilibrada». El CO2 es parte de esa dieta, pero también necesitan nutrientes. Si éstos se agotan, la planta no crecerá.

Para el instituto, este proyecto no es sólo de interés para Australia, donde algunos modelos climáticos pronostican, para 2070, un aumento de temperatura de hasta 5 ºC, además de sequías más frecuentes. Es un trabajo científico para todo el planeta. Científicos del Reino Unido, Brasil y Sudáfrica ya han contactado con el instituto interesándose por la investigación.

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