Aunque se ha retrasado dos años según lo previsto inicialmente, la NASA ha lanzado al espacio un satélite de observación terrestre con una misión doble: mejorar los pronósticos del tiempo meteorológico y analizar el cambio climático. Con la ayuda del cohete Delta 2, se ha puesto en órbita este satélite de la NASA (National Aeronautics and Space Administration), que despegó poco antes de las tres de la madrugada del viernes 28 de octubre desde un centro de California, en la costa oeste de Estados Unidos.
El satélite se separó del cohete aproximadamente una hora después del despegue, desplegó sus paneles solares y se acerca a la órbita prefijada a una altura de ochocientos kilómetros respecto al planeta Tierra.
La agencia espacial estadounidense, aprovechando las redes sociales, invitó a un reducido grupo de seguidores de su página en Twitter para que pudieran observar de cerca el lanzamiento. El cielo estuvo despejado y no había mucho viento, así que se pudo realizar con total normalidad. También miembros de otras instituciones norteamericanas, como Mary Glackin, de la NOAA (Administración Nacional del Oceáno y la Atmosfera, por sus siglas en inglés), asistieron al evento y reconocieron que el momento del despegue fue muy emocionante.
Este nuevo satélite se une a otros que rodean el planeta recabando información atmosférica, oceánica y terrestre. El recientemente lanzado por la NASA tiene el tamaño de una camioneta, es más avanzado tecnológicamente: contiene nuevos instrumentos capaces de hacer observaciones más precisas.
Jim Gleason, uno de los científicos que participan en el proyecto, señaló que está deseando recibir la información que mandará el satélite. Los meteorólogos de la NOAA serán otros de los beneficiados y usarán la información para mejorar sus pronósticos en lo que respecta a huracanes y otros fenómenos climáticos extremos. En general, se espera conseguir un mejor análisis y, por ende, mejores de predicciones de los cambios climáticos a largo plazo.