La compraventa de créditos de carbono, que dan derecho a emitir dióxido de carbono a la atmósfera a cambio de invertir en proyectos que compensen de algún modo esas emisiones, es una iniciativa (no exenta de polémica) que se lleva a cabo desde hace algún tiempo por parte de empresas y países, los grandes actores de la comunidad internacional. Pero ¿qué ocurre en el ámbito individual? ¿Qué puede hacer cada persona como individuo?
En la isla Norfolk, en el Océano Pacífico, han pensado que es una buena idea ofrecer esa posibilidad a los ciudadanos, que puedan ser más responsables con el medio ambiente y aportar su granito de arena en la lucha contra el cambio climático. Se trata de un proyecto que ofrecerá la posibilidad de adquirir créditos carbono de manera individual, del mismo modo que lo hacen las empresas en el ámbito global.