A pesar de las olas de frío que se sufren (como la actual que asola Europa del este), el verdadero problema del cambio climático es otro, a más largo plazo: la agricultura, la ganadería o, en otras palabras, la alimentación de la humanidad.
El calentamiento global puede hacer peligrar muchas cosechas. El derretimiento del hielo polar y el aumento del nivel del mar pueden anegar zonas que se usan para cultivar alimentos. El aumento de las temperaturas puede acelerar el ritmo de la extinción de la fauna silvestre. El clima extremo, las tormentas, los tifones, las sequías, las inundaciones, pueden dejar sin alimento a comunidades enteras. En los países pobres eso significa poner en peligro miles de vidas.
En el clima, a nivel global, todo está relacionado. Pero no es lo mismo que en Europa ocurra una ola de frío o un calor extremo que no permite dormir a que en África o en Asia mueran millones de personas por pasar hambre. El cambio climático tiene efectos sobre la actividad esencial para la supervivencia de una especie: la alimentación. A lo que hay que sumar que la población humana superó la marca de los 7.000 millones a fines de 2011.
Pero también es un problema de distribución. En el mundo hay mil millones de personas que pasan hambre y más de trescientos millones que son obesos, que están sobrealimentados. El ser humano ha evolucionado y ha conseguido que la producción de alimentos sea un logro increíble. Sin embargo, de nada vale este esfuerzo en tecnología llevado a cabo durante siglos si no se complementa con un mejor reparto de los alimentos. Dicho de otra forma, hemos avanzado en ciencia, pero no en lo social.
Un grupo internacional de científicos ha reclamado a los gobiernos una lucha para garantizar que la agricultura se convierta en una parte esencial de la acción mundial contra el cambio climático. La agricultura mundial tiene que producir más alimentos para alimentar a una población creciente, señalan. Los riesgos potenciales para la agricultura son una razón más (la mayor razón) para reducir las emisiones de carbono.