Peligra la producción de alimentos a largo plazo


Según estudios recientes es más que probable que los cambios climáticos, de inicio lento pero proceso seguro y continuado, comprometan seriamente los ecosistemas agrícolas en la segunda mitad del siglo XXI. Se prevén, en este sentido, repercusiones potencialmente catastróficas de cambios climáticos que se abatirán con fuerza creciente sobre los países en desarrollo dentro de unas décadas. Por tanto, según la ONU, es necesario intervenir para estar preparados para estos efectos, sobre todo, cuando están siendo previstos.

El mundo, en la actualidad, se está ocupando de las repercusiones climáticas de más corto plazo o, lo que es lo mismo, a las debidas, sobre todo, a fenómenos meteorológicos extremos, ha afirmado Alexander Müller, subdirector general de Recursos Naturales en la FAO, pero se prevé que los efectos climáticos de inicio lento produzcan cambios más profundos que pondrán en dificultad los servicios del ecosistema necesarios para la agricultura, con consecuencias potencialmente catastróficas en la seguridad alimentaria en el período de 2050 a 2100.

La conclusión es que hay que apoyar hoy la agricultura en el mundo en desarrollo para que adquiera mayor resiliencia, mayor resistencia a los posibles cambios. No tiene ningún sentido afrontar los cambios de largo plazo después de que ocurran, por decirlo de otra forma. No se puede esperar más tiempo. Porque son cambios que se producen lentamente y se manifiestan en unos años, pero se pueden predecir y no es posible no tenerlos en cuenta. Hay que superar la costumbre de adoptar una perspectiva en el corto plazo e invertir, en cambio, en el largo plazo.

En el documento, la FAO menciona las medidas que los gobiernos podrían contemplar en las negociaciones sobre el cambio climático para garantizar que la seguridad alimentaria no se vea amenazada. La FAO recomienda, así mismo, que la seguridad alimentaria se utilice como indicador de la vulnerabilidad al cambio climático.

Los sistemas de producción de alimentos y los ecosistemas de los que dependen son muy sensibles a la variabilidad del clima y el cambio climático. Las modificaciones que se presentan en la temperatura, las lluvias y los brotes consiguientes de plagas y enfermedades pueden reducir la producción. Los grupos pobres de la población, que dependen de las importaciones de alimentos, son particularmente vulnerables a estos efectos. Por tanto, si se quiere evaluar la vulnerabilidad al cambio climático, es más sensato ver la seguridad alimentaria como un indicador importante.

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