Las consecuencias del cambio climático para la seguridad alimentaria son bien conocidas. Pero no solo se trata de una disminución de las cosechas, sino también de la posible desaparición de alimentos cotidianos sin los que muchos no imaginan su día a día.
Por un lado, el cambio climático está acabando con los polinizadores, en especial las abejas, claves en el mantenimiento de los ecosistemas de los que dependemos para sobrevivir. Además, provoca eventos extremos: lluvias torrenciales que resultan devastadoras, sequías mucho más frecuentes e intensas, de mayor duración en muchas ocasiones, hasta el punto de considerarse casi crónicas…
Igualmente, el calentamiento global supone un serio riesgo para la agricultura. Su rendimiento se ve afectado por ese aumento de las temperaturas, pues ello implica a su vez la falta de agua y, por lo tanto, suponer el caos agroalimentario.
La línea roja, los 30 grados
La producción de ciertos alimentos ser vería seriamente comprometida a consecuencia del aumento del mercurio. A consecuencia de ello, sería necesario buscar otros enclaves en los que producirlos, y ello supondría importantes cambios en la alimentación.
Científicos de todo el mundo consultados en un reportaje emitido recientemente por la BBC dieron su opinión. Entre otros aspectos, señalaron que el nivel de impacto sobre los alimentos dependerá en buena medida de las temperaturas registradas.
Aquellas regiones donde la temperatura alcance cifras que ronden los 30 grados centígrados serán «especialmente hostiles a la agricultura», explica Wolfram Schelenker, científico de la Universidad de Columbia.
A no ser que acabemos plantando vides o cacao en los polos, donde las temperaturas previsiblemente también se suavizarán, de seguir avanzando el cambio climático será inviable seguir produciendo vino o chocolate. El cambio de escenario como única alternativa «podría impedir fácilmente que buena parte de la población estuviese privada» de ciertos alimentos comunes, asegura Andrew Jarvis, investigador estadounidense sobre el cambio climático, la agricultura y la seguridad alimentaria.
El mismo problema se plantea con respecto a otros frutos de consumo generalizado. Otros alimentos de uso habitual en todo el mundo, entre ellos el trigo, la soja, los frijoles o el maíz también verán su existencia comprometida. In extremis, siempre podrían producirse en zonas alternativas del mundo, pero también es cierto que el cambio climático nos depara un futuro incierto, con lo que ahora mismo todo son interrogantes. Eso sí, las cosas no seguirán igual.