El oso polar se está convirtiendo en una especie de espejo donde se ven reflejados los efectos que puede causar el cambio climático. Esto tiene una explicación: es fácil ver cómo se reduce su hábitat, es decir, la superficie helada donde habita, y es fácil imaginarse que ese hielo desaparece y que el oso polar se extingue definitivamente. No es el único animal en peligro de extinción, ni mucho menos. Ni siquiera es el que está más cerca de esa situación. Sin embargo, es un animal universalmente conocido y que, por ello, se ha convertido en paradigmático.
En los últimos años, se han publicado varias noticias que no invitan precisamente al optimismo sobre el futuro de esta especie. Especialmente relevante fue una aparecida en 2007, cuando los científicos informaron de que, si el calentamiento global no se detenía, la población de osos polares iba a disminuir en dos tercios para el año 2050. La buena noticia es que este cambio es reversible. Y los científicos lo han cuantificado. Eso sí, no se puede perder ni un segundo en lograr una reducción de las emisiones de gases de efecto invernadero.
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