Dentro de 50 años podríamos quedarnos sin chocolate

¿Te imaginas un mundo sin chocolate? Pues habrá que ir haciendo ejercicios de imaginación porque, de seguir así las cosas, el chocolate tiene los días contados. Dejará de ser la típica y socorrida merienda para acabar convirtiéndose en un producto de auténtico lujo que acabará por desaparecer. Todo parece haberse confabulado para que el cacao, principal ingrediente del chocolate, corra un serio peligro: al envejecimiento de los cacaotales y bajos precios para los agricultores que los cultivan, entre otros riesgos, también se le suman los perniciosos efectos del cambio climático.

Mientras, por si fuera poco, el consumo de chocolate no cesa de crecer en todo el mundo y, por descontado, éste aumenta a mayor ritmo que la producción de cacao, que está disminuyendo, según viene avisando desde hace unos años la Academia Británica del Chocolate. Pero la situación parece agravarse, pues a esta y a otras voces de alarma se le acaba de añadir ahora la de los investigadores de la Alianza de Países Productores (COPAL).

La COPAL ha emitido un comunicado desde Abiyán que más bien parece una llamada de socorro para la supervivencia de este cultivo. En el documento enumeran una gran cantidad de factores que amenazan la parte más dulce de nuestra despensa, así como el futuro de decenas de miles de campesinos.

«La perennidad de este cultivo está amenazada por numerosos factores, sobre todo por el envejecimiento de nuestros cacaotales, los efectos del calentamiento global, la presión parasitaria y la escasa investigación. Y si no hay una reacción suficiente a estas amenazas, ni que decir tiene que en 50 años o en un siglo no podremos tener cacao», afirma Naga Coulibaly, secretario general de COPAL.

¿Soluciones? Haberlas haylas, pero como las meigas, no acaban de verse por ningún lado. Serían, por ejemplo, renovar cacaotales con variedades más resistentes a las enfermedades, invertir más en investigación, romper el círculo vicioso que penaliza a los pequeños agricultores con un sistema de comercio justo y, por supuestísimo, detener el avance del cambio climático. ¿Por dónde empezamos? Habrá que espabilar, porque no creo que futuras generaciones nos perdonen algo así… ¡Todo sea por un mundo más dulce!

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