La polinización es un fenómeno que tiene su poesía, pero si hay una batería de achíses de por medio, la cosa pinta mal. Como es lógico, resulta difícil apreciar esta gran maravilla de la naturaleza. De hecho, cuando el viento esparce el polen en lugar de poder decir ¡oh!, lo suyo es mascullar un ¡aggg! y correr a casa a protegerse de las tan temidas alergias.
El sistema inmunológico anda confundido ante semejante amenaza. Se equivoca, como la paloma de Alberti, y en ambos casos no hay manera de hacerles enmendar el error. Muy al contrario, en el caso de las alergias, al menos, la cosa sigue su curso, y lo que podría ser totalmente inocuo acaba suponiendo un pequeño gran drama cotidiano.
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