En las zonas polares, los tapetes microbianos constituyen la mayor biomasa no marina y acumulan la mayor biodiversidad de ambas regiones. Se han llevado a cabo experimentos basados en muestras obtenidas en la isla Livingston de la Antártida y en distintas zonas del Ártico que han determinado que el cambio climático puede producir alteraciones importantes en estos tapetes biológicos formados por múltiples capas de microorganismos.
Como parte de los experimentos, los autores del estudio mantuvieron las muestras en laboratorio a diferentes temperaturas durante varios meses. Las temperaturas oscilaron entre las que hoy se encuentran en los polos y las que pronostican los modelos de cambio climático para las siguientes décadas. En otras palabras, se aceleró de forma controlada y a pequeña escala, el efecto del calentamiento global sobre las regiones polares.
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